Hacía tiempo que algo no conseguía despertar tanta rabia dentro de mí.
Hacía tiempo que algo no me suponía tanto esfuerzo para no salir de mis casillas. Tanto que me sorprendió, a la vez que me alegró, pues este tipo de retos mentales, siempre traen consigo una nueva oportunidad para crecer.
Y es que es en estos momentos en los que estás tan cerca de perder los papeles y hacer algo de lo que arrepentirte después, donde la filosofía, donde la consciencia y donde todas estas herramientas relacionadas con el desarrollo personal que hablamos aquí cada día, tienen que aplicarse. Sino, de nada tiene sentido su conocimiento.
En estos momentos cuando no puedes llegar a entender ni creer lo que está pasando ante tus ojos. Cuando la impotencia comienza a recorrerte cada vez a más velocidad transformando su calor en fuego.
En esos días en los que tratas de ver lo que está ocurriendo desde diferentes perspectivas, y por más que intentas empatizar, no logras comprender que ciertas personas lleguen a comportarse de esa manera.
Que con su comportamiento, sean capaces de mostrar semejante falta de respeto de una manera tan descarada, y aún así tengan la poca vergüenza de hacerse la víctima.
Y que encima, para rematar el asunto, esa persona que está comportándose de una manera tan poco afortunada, por decirlo suave, sea alguien muy cercano a ti. Alguien a quien quieres y aprecias.
¿Qué haces entonces? Cuando tus emociones están esforzándose por apoderarse de ti y el cansancio tras una larga jornada de trabajo tampoco te ayuda…
Lo fácil , lo que hace la mayoría, es dejarse llevar. Quedarse bien agusto y soltarlo todo.
Pero piensa una cosa:
¿Cuando te has alegrado de perder el control y perder los papeles?
¿Cuándo el beneficio ha superado a las consecuencias?
En la mayorías de los casos, acabamos arrepintiéndonos de lo ocurrido al recuperar la calma de nuevo y pensar con claridad.
Los sabios estoicos siempre han puntualizado que el enfado, la ira, siempre empeora las cosas.
Séneca en sus escritos sobre la ira nos decía que;
“Enfadarse es como devolverle una patada a una mula o un mordisco a un perro”.
El enfado nos alcanzará. Nos removerá y lo sentiremos arder fuertemente dentro de nosotros. Pero en última instancia la decisión de cómo pensamos y actuamos recae en nuestra persona.
Tenemos el poder de no emitir una respuesta al instante. Tomemos un tiempo para que el fuego remita, y obtener claridad mientras pasa la tormenta.
Como nos enseña Marco Aurelio;
“La mejor venganza es no ser igual”.
Mantente fiel a tus valores y principios bajo cualquier circunstancia, y con más esfuerzo si cabe en este tipo de situaciones.
Nunca trates a los demás como no te gustaría que te trataran a ti.
Nunca te comportes en tu trabajo como no te gustaría que se comportaran tus compañeros.
Recuerda que el mejor sermón que puedes darle a alguien es un buen ejemplo.
No tomes el camino fácil. Las grandes recompensas las encontrarás en las dificultades.
Que alguien te ofende en la carretera. Sé más amable y cede el paso a los demás.
Alguien se te cuela en la cola del supermercado; Espera tu turno y permite pasar con una sonrisa a quien lleve poco.
Que tienes un socio o un compañero que no trabaja, hazlo el doble. Hazlo mejor.
Da ejemplo, toma el camino difícil y ten presente que:
El obstáculo es el camino hacia la realización.
Y la quietud es la clave para la felicidad.