“Lo quiero todo, lo quiero ya”.
Nuestra sociedad trata continuamente de acelerar el paso. Nuestra mente aún más.
Arriano de Nicomedia (89-175 dC), el que acabaría siendo senador de Roma, se formó con uno de los mayores exponentes del estoicismo; Epicteto (55-135 dC), quien no dejó escrito alguno. No obstante, mientras que Platón recogió las enseñanzas de Sócrates en su obra “Diálogos”, Arriano hacía lo propio con las enseñanzas de su maestro en el “Enquiridión” o “Manual de Epicteto” y mediante los “Discursos” o “Disertaciones”.
Epicteto resalta sobre los demás exponentes estoicos por su insistencia en la “dicotomía del control”. Es decir; en el “prestar atención únicamente a lo que podemos controlar”, que según él, podemos resumir en nuestros pensamientos y nuestros actos.
Sin embargo, también toca muchos otros temas para mejorar nuestra gestión del día a día, como “el deseo” y su relación con nuestra tranquilidad y calma interior. En una de sus citas más populares al respecto, podemos leer:
“[Cuando] los niños meten la mano en un tarro de cuello estrecho para sacar higos con nueces, si se llenan la mano, no pueden sacarla y luego lloran. ¡Deja caer unos cuantos dulces y podrás sacar la mano! Frena tu deseo, no llenes tu corazón con demasiadas cosas y obtendrás lo que necesitas”.
Epicteto (55-135 dC)
“Frena tu deseo… , no llenes el corazón con demasiadas cosas… y obtendrás lo que necesitas… “
Pero espera un momento; ¿Te has preguntado qué necesitas realmente? ¿Te has preguntado qué es realmente importante?
Quizás conozcas la historia de la tribu indígena que ideó una sencilla pero inteligente forma de cazar monos. Fabricarían unas pequeñas cajas de madera con un único orificio, lo suficientemente estrecho o lo suficientemente ancho, como para que solo cupiera la mano de un mono al tratar de coger el plátano de colocarían dentro de cada una de ellas.
Crearon varias cajas de este tipo y las anclaron a diferentes árboles por los que sabían que frecuentaban los monos.
Cuando uno de los monos se acercaba a la caja atraído por el olor del plátano, metía la mano por el orifico rápidamente y sin dudarlo, debido a la gran facilidad aparente para coger su recompensa, pero no todo iba a resultar tan fácil…
Al tratar de sacarlo, el mono entraría en un estado enorme de estrés, al sentirse atrapado por la imposibilidad de sacar la mano junto al plátano, sin darse cuenta de que si soltara el plátano, podría sacar la mano sin problema y recuperar su libertad de inmediato.
Sin embargo, su deseo por marcharse con el plátano, le mantenía retenido hasta que llegaban los cazadores y le capturaban…
En nuestra vida nos pasa algo similar al mono; no estamos dispuestos a marcharnos sin el plátano. Queremos todo y lo queremos ya; éxito laboral, éxito en nuestras relaciones, un cuerpo escultural, más tiempo libre,…
Epicteto nos aconseja:
“No desees mucho. Céntrate, prioriza, entrena a tu mente para que pregunte: ¿Necesito esto? ¿Qué pasaría si no lo tengo? ¿Puedo arreglármelas sin esto otro?“.
Estas preguntas nos recordarán a aquella que Marco Aurelio (121-180 dC), quien reconocía estar muy influenciado por las enseñanzas de Epicteto, empleaba como filtro para decidir cuáles eran sus prioridades y qué era merecedor de su tiempo y energía.
Ante cada cosa que pensaba o hacía se preguntaba:
“¿Es esto necesario?“
Las respuestas a estas preguntas te ayudarán a conseguir aquello que todos buscamos y que es imprescindible para encontrar el bienestar; la paz interior.
Responder estas preguntas te ayudarán a relajarte, a prescindir de las cosas innecesarias que te mantienen constantemente ocupado, por muy rápido y efectivo que trabajes, por mucho que madrugues, o por mucho que pospongas tu tiempo para ti y los tuyos.
“La libertad no se logra satisfaciendo deseos, sino eliminándolos”.
Epicteto (55-135 dC)
