Una mirada de desaprobación nos echa a perder el día, una crítica arruina nuestra semana, y una traición puede comprometer una vida.
Siendo ya adultos, conducimos el complejo vehículo mental de nuestro intelecto de manera irresponsable y descuidada, gestionando nuestra mente no mejor que niños.
Pequeñas contrariedades generan reacciones desproporcionadas en nosotros en esta era del descontrol emocional.
Necesitamos conocernos, aprender a bailar con nuestras emociones y a tolerar la frustración.
Convertirnos en hábiles gestores de nuestra propia mente nos permitirá saber cómo controlar los pensamientos, proteger la emoción, liberar la creatividad y liderar nuestra propia historia.
Seamos más lentos para reaccionar y más rápidos para pensar.
Estando en la era de la industria del entretenimiento, nunca ha habido tanta gente triste como ahora.
En palabras del psiquiatra y autor best-seller brasileño Augusto Cury;
“Estamos en la era de los mendigos emocionales. Muchos visten trajes y corbatas de marca, pero no pocos mendigan el pan de la alegría”.
Todos somos conscientes de lo peligrosas y perjudiciales que son las adicciones. Sin embargo, no paramos de cebar a nuestra mente, a nuestro cuerpo e incluso a nuestros seres queridos más allegados como a los hijos, con estímulos que nos vuelven adictos;
Adictos a series y programas de televisión basura, carrouseles de videos sin pausa enYouTube, videojuegos, uso descontrolado de redes sociales…
Sin ser demasiado conscientes, estamos ocupando nuestro tiempo cada vez más con un entretenimiento vacío, que progresivamente nos vuelve más débiles y dependientes emocionalmente.
Necesitamos parar y cambiar este tipo de hábitos ya, para sustituir los estímulos artificiales y banales por PRESENCIA, CALOR, y APRENDIZAJE DE LO ÚTIL.
Aprendizaje de lo que nos vuelve humanos y nos conecta, de lo que nos ayuda, de aquello que nos permite contemplar la belleza de la vida y a orientar nuestras acciones hacia el bien colectivo.
Nunca es tarde para aprender y masterizar el arte de conducir el más importante de los vehículos; nuestra mente.
“Los débiles juzgan y renuncian, mientras que los fuertes comprenden y tienen esperanzas.”
Augusto Cury (1958)