En la vida, para conseguir cualquier cosa que nos propongamos es necesario que tengamos una visión; un propósito que nos impulse cada día a seguir dando pasos en esa dirección, que nos guíe en la oscuridad de la duda, y que nos proteja de deambular perdidos sin saber qué hacer.
Esta visión o gran objetivo que te propongas, podrá ser más o menos difícil de conseguir, podrá conllevar más o menos sacrificios… pero lo que es seguro, es que en cierto momento, debido al cansancio, la incertidumbre y el riesgo que suponga, nos llevará a plantearnos en algún momento un plan b.
Esos momentos en los que nos plantearemos de nuevo el por qué lo estamos haciendo, si merece la pena realmente pagar el precio, o qué posibilidades alternativas tendríamos si no nos sale bien.
Absolutamente todo el mundo pasa por este momento no una, sino numerosas veces a lo largo del proceso. Es parte de la prueba que hay superar para llegar a la meta. Sin embargo, no todos respondemos igual ante esta tesitura.
La mayoría comenzará a diseñar ese plan b por si fallamos, dándonos a entender que no confiamos del todo en nuestras capacidades y a su vez, restándonos tiempo y energía para seguir avanzando.
Este comportamiento es uno de los principales causantes de que más del 90% de los proyectos que se inician fracasan; porque nos rendimos ante nuestra propia batalla mental.
Debemos ser conscientes de ello, para estar preparados y evitarlo en cuanto lo sintamos llegar, porque las ganas de planificar ese plan b nos alcanzan a todos sin excepción.
Si realmente queremos materializar nuestra visión, si queremos hacer realidad nuestro objetivo, debemos quitar la red de seguridad.
Debemos arriesgar y entregarnos en cuerpo y alma. Más cuanto mayor dificultad comprenda el objetivo.
Debemos situarnos y enfrentar las situaciones de alto riesgo e incertidumbre que vendrán porque solo así descubriremos y desarrollaremos nuestro verdadero potencial, que permanece dormido hasta que llegan estas situaciones.
De esto era buen conocedor Alejandro Magno, quien al llegar a costas enemigas para presentar batalla ante las muy superiores tropas fenicias, mandó quemar todas las naves para que sus soldados no contemplaran en ningún momento la posibilidad de huir, y enfocaran todo su potencial en la batalla.
Quema tus naves, pon toda la carne en el asador, y confía en tus posibilidades. Y cuando la motivación, esa infiel compañera que aparece esporádicamente y de manera tan fugaz no te acompañe, la disciplina y el trabajo te ayudarán a seguir abriendo camino.
Aprovecha los estresores y problemas para crecer y hacerte más fuerte, pues estos son el mejor alimento para el carácter. Como recordaban los estoicos:
“Ante obstáculo; oportunidad de virtud”.
El camino fácil será más tranquilo, pero el difícil, es el más divertido y enriquecedor.
Y es que si lo pensamos… hemos venido para que nos rieguen como a plantas, tranquilitos y recogidos en nuestras macetas… ¿o hemos venido a desarrollarnos y a sacarle el jugo a la vida?
“Todo es siempre imposible hasta que alguien lo hace posible”.
Nelson Mandela (1918-2013)