¿Te imaginas a un gobernador del siglo I aC tratando de persuadir a quien acaba de sentenciar, para hacerle ver que ese castigo es lo mejor que le podía pasar?
Según Arriano, eso contaba su maestro Epicteto mientras enseñaba estoicismo a sus alumnos, contando la historia sobre una persona a la que admiraba, pero de la que apenas sabemos nada hoy día.
Esa persona es Paconio Agripino (?-67 dC), filósofo estoico muy elogiado por Epicteto y Arriano, por su integridad, alto sentido del deber, y su carácter al afrontar adversidades como lo que le tocó a él en varias ocasiones de su vida.
Y si, como relataba Epicteto en sus clases; cuando Agripino, cumpliendo con su deber como gobernador, ejercía la ley condenando a alguien, no era extraño que se dirigiera al sentenciado diciéndole:
“No sentencio contra ti como tu enemigo, sino como sanador y guardián. Como un cirujano que trata de animar a quien necesita convencer para que se presente a la operación”.
A mí, personalmente, este personaje me parece admirable. Y no tan solo por esta anécdota, sino también por cómo lidió con más situaciones como las que vamos a ver ahora.
Este alto grado de compromiso para con su sociedad, lo demostró también mientras ejercía de tesorero años previos a convertirse en gobernador.
Alguien a cuyo padre había ejecutado el emperador Tiberio por cargos inventados mientras era un niño, lo normal es que hubiera buscado venganza desde el mismo día en que eso sucedió.
Sin embargo, siendo fiel a los principios estoicos, Agripino aceptó lo ocurrido y asumió su labor frente al Estado de Creta de forma intachable. Algo que cobra más valor si tenemos en cuenta que en aquel momento, la sociedad romana estaba completamente infectada de corrupción y avaricia. Donde las personas que ostentaban cargos como los que iría consiguiendo Agripino, los utilizaban para enriquecerse y reunir más poder a su alrededor de manera descarada.
Años más tarde, Marco Aurelio escribiría en sus Meditaciones esta cita que deberíamos de seguir repitiéndonos una y otra vez:
“La mejor venganza es no ser igual”.
Cuando tienes el don, tu deber es desarrollarlo y ayudar a los demás.
Cuando tu consciencia despierta y eres capaz de ver lo que los demás aún no pueden, tú deber es iluminarlos y guiarlos.
En nuestro mundo altamente individualista y competitivo, son demasiadas frecuentes las expresiones tipo; “primero yo y después yo”, y “si no le gusta, que se aguante”.
No es el camino.
El neurocientífico actual Sam Harris, escribe en su libro “Despertar”, la siguiente cita:
“Las formas de bienestar más profundas y duraderas están ligadas a una preocupación ética por los demás, incluso por los desconocidos”.
Este sí es el camino.
Una vez más; DESARROLLÉMONOS como si no hubiera un mañana.
Y para ello, es necesario que seamos auténticos, cueste lo que cueste y le pese a quien le pese.
En los tiempos de Agripino, en los que tiranos como Tiberio o Nerón sostenían el cetro de emperador. Cualquiera que sobresaliera ligeramente entre la multitud corría el riesgo de ser aniquilado por suponer un pequeño escollo para las ambiciones y deseos de las corrompidas élites.
Ese fue el destino de su padre, de filósofos, poetas y otros intelectuales que decidieron dar un paso al frente, o simplemente compartir sus virtudes con los demás. El mismo Agripino fue condenado y obligado a exiliarse por nuevamente, una serie de cargos falsos.
Sin embargo, para él no había otra alternativa. Viviría de acuerdo a lo que le dictaba su razón y el deber, le gustara a quien le gustara, y tuviera el precio que fuera.
A nuestros días nos llega una de sus citas que dice:
“Si no puedo ser yo mismo, prefiero la muerte”.
Estas palabras, nos recuerdan a las del Ché Guevara (1928-1987) cuando dijo aquello de:
“Prefiero morir de pie a vivir arrodillado”.
No nos dejemos nunca adormecer y llevar por la corriente. Cada persona alberga dones únicos en su interior que la naturaleza le ha regalado, aunque en ocasiones cueste verlo.
Hagamos justicia a esos dones, y lejos de ser un obstáculo para nosotros mismos, desarrollémoslos cada día y aportemos a los demás lo que podamos para hacer esto mejor…
SED ÚNICOS.
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