¿Alguna vez has tenido esa sensación al irte a la cama de;
“Wow, ¡si hiciera esto todos los días sería Superman!”
Esos días en los que te levantas bien prontito y hay tiempo para todo; cuidar el cuerpo, cuidar la mente, cuidar el espíritu, avanzar laboralmente, cultivar tus relaciones y disfrutar con calma de las espontaneidades de la vida.
Esos días de 10, que llegada la noche, das gracias tumbado en la cama con una sonrisa de oreja a oreja.
Bfff… no sé a ti, pero a mí me vuelven loco estos días así.
Y si queremos repetirlos con la mayor frecuencia posible, o empezar a experimentarlos, es fundamental que organicemos nuestra jornada previamente y nos ciñamos a la planificación con disciplina, siendo a la vez flexibles ante las situaciones inesperadas que puedan surgir, sin frustrarnos o estresarnos si no cumplimos con el 100% del plan debido a estos imprevistos.
No se trata de hacer muchas cosas. Se trata de hacer lo que es necesario, y hacerlo bien y con calma. Pues ya lo dicen lo sabios;
“Las personas felices no tienen prisa”.
Es necesario que priorices entre toda la gran montaña de quehaceres que tendrás pendiente, fruto de tu autoexigencia, y te ciñas exclusivamente a lo que es necesario hacer en cada momento, eliminando o posponiendo todo lo demás, y hacerlo sin estresarnos; con el objetivo de dar nuestro mejor en el presente con atención plena a lo que estemos desempeñando.
Protege tu espacio y tu tiempo en cada tarea que vayas a realizar tratando de minimizar las distracciones e interrupciones. Pon el móvil en modo avión y restringe su uso, como el del mail y las redes sociales a específicas franjas horarias.
Las distracciones son el peor enemigo para nuestra productividad en cualquier tarea, y si no te encargas de ellas, será como conducir pisando el acelerador y el freno a la vez. Avanzarás mucho menos, te estresarás más y finalmente una bola de frustración y ansiedad comenzará a rodar, haciéndose cada vez más grande hasta que toda esa vorágine te haga sentir que realmente necesitas tomar cartas en el asunto, y proteger de verdad tu tiempo y espacio.
Personalmente, rara vez cojo una llamada o contesto rápidamente a un mensaje a menos que esté en la franja del día que destino a ello, que suelen ser periodos donde mi energía está más baja y mi claridad mental es menor.
Es cierto que esto puede causar ciertas molestias en tu entorno cercano al principio, pero una vez entiendan que lo haces para poder avanzar en tus cosas y para sentirte bien, se acabarán adaptando sin problemas.
Quizás preguntes; “¿Y si ocurre alguna urgencia?”
Rara vez pasa algo tan urgente que no pueda esperar unas horas. Y de ser así, te vas a acabar enterando más pronto que tarde.
Conócete, identifica en qué momentos del día tienes mayor energía y claridad, y reserva esas franjas horarias para tus tareas más exigentes o tu trabajo creativo. De esta manera, conseguirás alcanzar con mayor facilidad ese idílico estado de flow, o conocido también como estado de flujo.
En este estado mental, nuestra atención y motivación son tales, que no somos conscientes del paso del tiempo o de lo que está pasando alrededor, alcanzando así nuestro máximo rendimiento mental y físico.
Como diría Marco Aurelio;
“Tus dones no te han sido dados para que te quedes remoloneando en la cama a la mañana”.
Y nada mejor para desarrollarlos como volvernos unos maestros en la gestión del tiempo, y trabajar en ellos cada día con constancia y disciplina.
Cuídalo y protégelo como si fuera el mayor de tus bienes, y sobre todo, disfruta del proceso.
